La cata de vino va más allá de probar un vino y comprobar sus propiedades. Se trata de toda una experiencia sensorial, la cual implica una evaluación minuciosa de todas las características del vino. Existen tres fases de la cata de vino: visual, olfativa y gustativa y, en todas ellas, los cinco sentidos deben estar activos.
Para los profesionales del vino, pero también para aquellos aficionados que estén interesados en realizar una cata, incluso de manera amateur, comprender las fases de la cata de vino es esencial para apreciar las complejidades de cada uno. Cada una de estas tres etapas revela aspectos únicos del vino, desde su origen, hasta su elaboración o su potencial de envejecimiento.
En este post descubrirás en qué consiste cada fase de la cata y qué se analiza en cada una. ¡Sigue leyendo!
La fase visual de la cata
La primera fase de la cata de vino es la visual. Este es el primer contacto que se tiene con el vino y proporciona información muy valiosa acerca de su calidad y su condición. En esta primera etapa se analiza el color, intensidad, brillo y claridad del vino. En definitiva, su aspecto.
Lo ideal para llevar a cabo esta primera fase de la cata es estar en una habitación de tonos claros, ya que así es posible apreciar mejor estas características.
El tono del vino puede variar mucho según la variedad de uva y el proceso de elaboración. Los vinos blancos pueden ir desde amarillos pálidos, hasta amarillos dorados e, incluso, con reflejos más verdosos, como nuestros Condes de Albarei y Enxebre. Además, el color del vino también proporciona información sobre su edad. Los blancos, con la maduración, suelen ganar intensidad en su tonalidad.
Dos indicadores clave dentro de la fase visual son, precisamente, la intensidad y el matiz. Los tonos intensos pueden sugerir una mayor concentración en el sabor, mientras que los matices pueden ayudar a identificar el tipo de uva y el tiempo de crianza, si lo hay.
La fase olfativa de la cata
Tras la primera evaluación visual del vino, llega el momento de realizar la fase olfativa de la cata. En esta etapa, se analizan los aromas de cada vino, tanto los primarios, como los secundarios y terciarios. Los vinos tienen un amplio abanico de aromas y, de ellos, se evaluarán la intensidad, calidad y matices.
Los aromas primarios pueden ser frutales, florales, minerales o vegetales. En Condes de Albarei se pueden encontrar albariños con aromas frutales, como Carballo Galego, que cuenta con notas de fruta madura propias de la variedad. También contamos con albariños florales, como Albarei En Rama, que destaca por sus notas de acacia y pétalo de rosa.
Los aromas secundarios se desarrollan durante la fermentación y, los terciarios, también llamados bouquet, son resultado del envejecimiento.
La intensidad y complejidad aromática denotan calidad en un vino, pero pueden variar según la uva, su origen e, incluso, la técnica de elaboración. En Condes de Albarei contamos con vinos de gran persistencia aromática, como Carballo Galego.
La fase gustativa de la cata
La última fase de la cata de vino es la gustativa y es donde el vino revela su verdadera esencia. Al probarlo, se evalúan aspectos como su dulzura, acidez o cuerpo. Estos elementos han de estar en equilibrio para que el vino se considere bien estructurado.
La textura también es un aspecto importante a tener en cuenta. La sensación del vino en boca puede ser sedosa, aterciopelada o áspera, entre otras.
Además, un indicador de la complejidad del vino es el retrogusto, es decir, el sabor que se queda en la boca tras dar un trago al vino.
Tras finalizar estas tres fases de la cata de vino, el catador puede emitir un juicio final y, también, se pueden deducir algunos maridajes adecuados para cada vino.
Esta actividad puede realizarse de manera profesional o más amateur, ya que es una manera más de disfrutar de una bebida tan culturalmente rica como es el vino. Además, ayuda a agudizar los sentidos, ya que todos deben estar presentes en todas las fases de la cata. Sin duda, es una experiencia recomendable para todo el mundo.